Colegio luis de morales badajoz

EDUARDO NARANJO 1944 Monasterio, Badajoz, España

La frase Ecce Homo («He aquí el hombre») se deriva de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato al presentar a Cristo flagelado a una multitud hostil poco antes de la Crucifixión, como se relata en el Evangelio de Juan (XIX: 5). En la iconografía medieval y renacentista, Cristo aparece con una expresión entristecida y los ojos abatidos, llevando las heridas de la flagelación y la corona de espinas. Junto con sus representaciones de la Virgen Dolorosa, las pinturas del Ecce Homo de Morales fueron de las más populares, como demuestran los numerosos ejemplos que se conservan tanto del artista como de su taller. En este cuadro, Morales ha reducido su composición al mínimo, eliminando la corona de espinas y el bastón de caña que aparecen con frecuencia en sus tratamientos de este tema, para que el espectador se vea obligado a centrarse directamente en la experiencia emocional del sufrimiento de Cristo.

Agradecemos a Isabel Mateo Go’mez la confirmación de la atribución a Morales en una inspección de primera mano (comunicación privada, 11 de septiembre de 2017). Otro estudioso ha sugerido una posible participación en el estudio.

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Luis de Morales fue uno de los pintores más destacados y personales del siglo XVI español. No se sabe nada concreto sobre su formación, que según Palomino tuvo lugar en Sevilla, aunque hoy se cree generalmente que se formó en círculos artísticos portugueses o castellanos. En Castilla pudo conocer la pintura italiana de su tiempo, de la que derivó la elegancia idealizada de sus modelos y el uso del sfumato suave, y el arte flamenco que inspiró su técnica minuciosa y su interés por la expresividad. La mayor parte de su carrera la desarrolló en Extremadura, donde a partir de la década de 1630 realizó una notable labor como pintor de retablos e imágenes devocionales, creando un importante taller en el que trabajaron algunos de sus hijos, también pintores.

El Ecce Homo es uno de los motivos más frecuentes y personales de su producción; aunque limitado, su repertorio temático fue extraordinariamente eficaz para crear imágenes de fervor piadoso. En ellas, el artista logró captar la esencia de la mística española de su tiempo, y su popularidad dio lugar a numerosas copias de taller y versiones de imitadores que restaron calidad a su obra y perjudicaron su reputación ante las generaciones posteriores.

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Nacido en 1520 en Badajoz, Extremadura, Luis de Morales fue un pintor español muy influyente. Conocido como «El Divino» por la temática espiritual de sus emotivos cuadros, murió en 1586, dejando un legado único y ampliamente representativo de la vida y la cultura de su época.

Aunque pasó la mayor parte de su vida en Badajoz, donde realizó toda su obra, su formación y educación le llevaron a viajar a Sevilla, Portugal (que estaba junto a su ciudad natal) y Milán. A los 30 años se casó con Leonor de Chaves, miembro de la burguesía local, con la que crió tres niñas y dos niños.

Reconocido como el mejor pintor manierista de España, Morales produjo sobre todo cuadros pequeños que se inspiran en motivos religiosos. Aunque la influencia de Leonardo da Vinci parece ser más evidente en su obra, los críticos también han detectado patrones estilísticos que parecen tomar prestados de la escuela holandesa.

Su estilo distintivo está marcado por los colores fríos, la técnica precisa y una intensidad emocional que no fue igualada por ninguno de sus contemporáneos. Dotado de una gran habilidad para retratar los sentimientos, Morales creó obras que tocaban fácilmente la fibra sensible del espectador. Uno de los «trucos» utilizados por el pintor para potenciar esta respuesta emocional era el aspecto a menudo frágil de sus personajes, que a menudo presentaban una piel pálida, dedos delgados y nudillos sobresalientes. Esto ayudaba a humanizar figuras que, de otro modo, se veían como divinas, reflejando así en ellas el dolor de los fieles y generando una mayor empatía.

El amor reprobado

Luis de Morales, conocido como El Divino por su temática intensamente religiosa, es el pintor español más significativo y reconocible de mediados del siglo XVI, momento álgido de las contrarreformas española y portuguesa. Pasó casi toda su vida laboral en la ciudad española de Badajoz, no muy lejos de la frontera con Portugal, y no viajó fuera de una pequeña zona en torno a esa ciudad, cubriendo ambos lados de la frontera. El entorno social, político y cultural de Badajoz y sus alrededores es crucial para comprender a fondo su producción. Este libro proporciona ese contexto con detalle, examinando la literatura y el teatro litúrgico, la situación de los judíos y musulmanes conversos, la presencia del erasmismo, el luteranismo y el iluminismo (alumbradismo), los escritos devocionales para laicos y la proximidad al palacio ducal de Braganza en Portugal como medio para explicar a este pintor tan enigmático.

«Luis de Morales fue considerado durante mucho tiempo una figura sombría, pero esa percepción ha cambiado, y Jean Andrews explica por qué, explorando el contexto en el que se produjo la obra de Morales (la cultura popular y la vida religiosa de Badajoz y Portugal), y examinando el arte a la luz de esto. El resultado es un estudio de las pinturas que revela su belleza, sutileza y profundidad».